El 7 de septiembre de 2021, El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal, una decisión impulsada por el presidente Nayib Bukele con el objetivo de transformar la economía y posicionar al país como un líder global en criptomonedas.
Sin embargo, tres años después, este ambicioso proyecto sigue envuelto en un manto de incertidumbre. A pesar de la inversión millonaria por parte del gobierno, la adopción de bitcoin por parte de la población es mínima, y la falta de transparencia ha generado fuertes críticas y sospechas de corrupción.
Bitcoin: ¿Dónde están los fondos?
Una de las principales críticas al proyecto bitcoin en El Salvador ha sido la opacidad en torno a los costos asociados con su implementación. Aunque el gobierno ha destinado una importante cantidad de dinero público al desarrollo de la criptomoneda, los detalles financieros siguen siendo en gran medida un misterio para la ciudadanía.
Según estimaciones de la organización Cristosal, el costo total del proyecto podría ascender a unos 329 millones de dólares, cifra que incluye los 150 millones del Fideicomiso bitcoin y los 30 millones utilizados para incentivar la descarga de la Chivo Wallet en 2021.
A pesar de las reiteradas promesas de Bukele en redes sociales sobre los beneficios que el bitcoin traería a la economía salvadoreña, la información concreta sobre los resultados del proyecto se mantiene bajo reserva. Diversas instituciones estatales han limitado el acceso a datos financieros clave, lo que ha profundizado la desconfianza de la población.
La falta de rendición de cuentas por parte del gobierno no solo ha creado incertidumbre en torno al proyecto, sino que también ha alimentado las críticas sobre el manejo de los recursos públicos.
Desinterés en la adopción del bitcoin
Aunque el gobierno de Bukele presentó la adopción de bitcoin como un paso hacia la modernización y la inclusión financiera, la realidad es que la criptomoneda no ha logrado captar el interés de la mayoría de los salvadoreños. De acuerdo con encuestas recientes, cerca del 90% de la población no utiliza bitcoin en su vida diaria, y solo un 1% de las remesas se transfiere a través de billeteras digitales como la Chivo Wallet.
Estos datos contrastan de manera drástica con las expectativas iniciales del gobierno, que había promocionado el uso de bitcoin como una solución para reducir los costos de envío de remesas y mejorar el acceso a servicios financieros para los no bancarizados.
La falta de adopción refleja, en gran medida, la desconfianza generalizada hacia la criptomoneda. Muchos salvadoreños siguen percibiendo el bitcoin como una tecnología complicada y volátil, y prefieren continuar utilizando el dólar estadounidense, que sigue siendo la moneda de referencia para la mayoría de las transacciones en el país.
Además, la volatilidad del mercado de criptomonedas ha generado preocupación entre los ciudadanos, quienes temen que el uso de bitcoin pueda poner en riesgo su estabilidad financiera.
El politólogo Napoleón Campos ha sido uno de los críticos más vocales del proyecto, calificando al bitcoin como una “moneda de casino” y advirtiendo sobre los peligros de atar la economía de un país a un activo tan volátil. Según Campos, la falta de resultados tangibles y el descontento popular indican que el proyecto ha fracasado en su objetivo de mejorar la economía del país.
Corrupción y falta de rendición de cuentas
La falta de transparencia en torno al proyecto bitcoin no solo ha generado incertidumbre, sino que también ha dado lugar a sospechas de corrupción en el gobierno de Bukele. Un informe de la organización Proyecto de Reporteo del Crimen Organizado y la Corrupción (OCCRP) reveló que en 2022 el gobierno salvadoreño habría desviado 200 millones de dólares de un préstamo internacional para financiar la implementación del bitcoin.
Esta acusación ha avivado las preocupaciones sobre el manejo de los fondos públicos en El Salvador y ha llevado a varios grupos de derechos humanos a exigir mayor rendición de cuentas.
Abogados y expertos en derechos humanos han expresado su preocupación por la opacidad del gobierno. José Marinero, un destacado abogado salvadoreño, señaló que la reserva de información sobre los recursos destinados al proyecto bitcoin crea un entorno ideal para la corrupción.
Del mismo modo, Zaira Navas, otra abogada especializada en derechos humanos, advirtió que la falta de transparencia no solo socava los principios democráticos, sino que también limita la capacidad de la ciudadanía para fiscalizar el uso de los fondos públicos.
Además, el gobierno ha clasificado como reservada la información sobre las transacciones y movimientos de las criptomonedas en el país, lo que ha generado aún más sospechas sobre cómo se están utilizando estos recursos. Gabriela Santos, una abogada que ha seguido de cerca el tema, denunció que “no sabemos quién administra los fondos de bitcoin, ni cómo se han utilizado exactamente”.
Esta falta de claridad ha sido un tema recurrente en las críticas hacia el gobierno de Bukele, que ha mantenido gran parte de la información financiera relacionada con el bitcoin fuera del dominio público.
Tres años de bitcoin: ¿Qué sigue?
A tres años de la adopción de bitcoin como moneda de curso legal, el proyecto de Bukele sigue rodeado de interrogantes. La promesa de inclusión financiera y desarrollo económico parece lejana, y la mayoría de los salvadoreños continúan desconfiando de la criptomoneda.
Aunque el gobierno insiste en que el proyecto tendrá beneficios a largo plazo, la falta de transparencia y el desinterés de la población sugieren que estos beneficios podrían no materializarse.
En un contexto en el que la economía mundial está cada vez más interconectada y las criptomonedas continúan ganando terreno en algunos mercados, El Salvador enfrenta un desafío único. La apuesta por el bitcoin podría haber sido un movimiento audaz, pero la falta de planificación, transparencia y adopción masiva ha dejado al proyecto en una posición incierta.
El futuro de bitcoin en El Salvador sigue siendo un tema de debate. Algunos defensores de las criptomonedas creen que, con el tiempo, la adopción del bitcoin podría mejorar la economía del país, pero los críticos señalan que sin una mayor transparencia y sin un compromiso real por parte del gobierno para rendir cuentas, es poco probable que este proyecto cumpla con sus ambiciosos objetivos.
Conclusión
El proyecto bitcoin de El Salvador, tres años después de su lanzamiento, continúa bajo una sombra de incertidumbre. La falta de transparencia y la escasa adopción por parte de la población han erosionado la confianza en la criptomoneda, y las sospechas de corrupción agravan aún más la situación.
Para que el bitcoin pueda realmente cumplir con las promesas de inclusión financiera y desarrollo económico, el gobierno deberá enfrentar de manera urgente las preocupaciones sobre la falta de rendición de cuentas y mejorar la comunicación con la ciudadanía.
Con información de Cripto Fácil
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