Cuando un Mac comienza a responder con lentitud, la primera acción recomendable es abrir el Monitor de Actividad. Esta herramienta integrada permite identificar aplicaciones que ocupan demasiada memoria o CPU en segundo plano. Cerrar estos procesos libera recursos y mejora la fluidez del sistema.

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Liberar espacio en el disco

Uno de los factores más comunes al notar un Mac lento es la falta de almacenamiento. El sistema requiere entre un 10% y 15% del disco libre para ejecutar tareas internas sin problemas. Revisar el apartado “Almacenamiento” en “Acerca de este Mac” ayuda a detectar archivos pesados y liberar espacio con eficacia.

Revisar aplicaciones al inicio

Muchos programas se cargan automáticamente al arrancar el sistema. Esto no solo retrasa el encendido, sino que también ralentiza el rendimiento general. Desde “Usuarios y Grupos” > “Ítems de inicio” es posible desactivar aplicaciones innecesarias y optimizar el arranque.

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Mantener el sistema limpio y actualizado

Archivos temporales, caché y restos de instalaciones se acumulan con el tiempo. Una limpieza periódica ayuda a mantener el sistema ágil. Asimismo, actualizar macOS garantiza mejoras de seguridad y optimización del rendimiento, siempre respaldando la información con Time Machine.

Hábitos que previenen problemas

Evitar un escritorio saturado de iconos, reiniciar con frecuencia y desinstalar aplicaciones innecesarias son rutinas que contribuyen a alargar la vida útil del dispositivo. Adoptar estos hábitos facilita arreglar un Mac lento y mantenerlo en condiciones óptimas.

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Aplicando estas medidas, cualquier usuario puede arreglar un Mac lento sin necesidad de acudir a un servicio técnico. Mantener buenas prácticas de uso y actualizaciones constantes asegura que el dispositivo conserve su rendimiento por más tiempo.